Friday 6 July 2007

Sudán, capital Pekín

Junto a la barrera que impide el paso, un gran cartel de la empresa petrolera estatal china CNPC repleto de obreros sonrientes y la mirada fija en el horizonte. Dentro de las instalaciones, miles de trabajadores chinos trabajando a destajo, viviendo en diminutos bungalós. Parece normal, pero a su alrededor sólo hay la inmensidad del desierto. Un sol abrasador quema la piel y los carteles de una pequeña gasolinera que están en árabe. Esto no es China, sino Sudán, aunque ambos países están cada vez más interconectados. Cercado desde hace lustros por EE UU, el régimen de Jartum ha encontrado un salvavidas en Pekín, que ha desembarcado en África con hambre de petróleo para alimentar su espectacular crecimiento económico. Artículo